Invertir en la bolsa El miedo del mercado

Cuenta la sabiduría bursátil que cuando todos estamos de acuerdo en algo, lo más probable es que ocurra justamente lo contrario. Dicho de forma más técnica, cuando existe un acuerdo unánime entre los participantes del mercado cobre cuál es el escenario bursátil más probable; los propios participantes, habiendo ya consumido su liquidez y posicionados en el mercado a favor de dicho escenario, anulan su realización por falta de nuevos inversores que lo impulsen a ir más allá.

Si conociéramos cuál es el “sentir popular” de los participantes del mercado, podríamos permanecer atentos a cuando esos momentos de acuerdo general se vuelven peligrosamente unánimes. Posponer una compra o una venta, esperando mejores momentos para entrar o salir del mercado. ¿Pero cómo medir con mayor precisión ese “consenso”? Existen encuestas que intentan medir ese “sentimiento del mercado”. Pero como todas las encuestas, uno puede hacer una cosa y luego decir otra, con lo que mucha gente no las considera fiables. Para medir ese escurridizo valor, que es más emocional que otra cosa, con mayor precisión, se recurre una herramienta llamada VIX, o Índice de Volatilidad Implícita de las opciones intercambiadas sobre el S&P500. Ahí nadie puede mentir. Si se cruza una opción, se trata de dinero real que cambia de manos, por lo que los participantes están materializando, cada uno con un punto de vista inverso, exactamente su visión del mercado.

¿Pero qué es el VIX? La volatilidad, definida estadísticamente como la desviación estándar de las rentabilidades diarias pasadas, es un valor ex post. Esto es, se trata de un número que conocemos midiendo cómo se ha comportado el pasado. Éste valor, la volatilidad histórica, es un parámetro esencial a la hora de valorar con objetividad el precio de una opción financiera. A mayor volatilidad, mayores serán los precios de las opciones, pues hay más probabilidades de que los subyacentes se muevan “más”. Sin embargo, una cosa es la teoría y otra la práctica.

Efectivamente, el estado psicológico más o menos alterado de los operadores del mercado presiona las horquillas de precios de las opciones  a desplazarse alejándose de su nivel teórico, dado por la ecuación de Black-Scholes. Este efecto nos permite medir con una gran precisión y en tiempo real cual es el sentimiento que se está viviendo en el mercado (o cuánto nos desviamos, en euforia o miedo, de “lo razonable”). Al meter el precio cruzado y despejar la volatilidad histórica de la ecuación de Balck-Scholes, obtenemos lo que se llama el VIX, o volatilidad implícita (que se está cotizando) de las opciones.

Pero no nos asustemos, no tenemos que calcularlo nosotros. El propio mercado de Chicago ya nos lo da en tiempo real, y podemos consultarlo de forma gratuita en cualquier web con datos de mercado, por ejemplo en Yahoo.

Estudiando cómo se comporta el VIX a medio plazo, podemos sacar importantes indicaciones sobre en qué momento de ese “sentimiento de mercado” nos encontramos. Efectivamente, siempre que su valor se ha acercado o sobrepasado 50 de forma brusca, se han producido suelos de mercado en el corto plazo. A la inversa, un valor alrededor de 15, como hemos alcanzado en las últimas semanas, suele coincidir con techos de mercado en el medio plazo.

Aún estamos lejos de los suelos que se marcaron en 2006, con el VIX que llegó a alcanzar niveles por debajo de 10, pero actualmente se está produciendo una desaparición del miedo acelerada, algo que suele coincidir con techos de mercado locales en el S&P-500.

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