Fuente: Inversor Global.
Warren Buffet y la crisis financiera
Es sabido que los tiempos de turbulencia e incertidumbre representan grandes oportunidades para los inversores más inteligentes y sagaces. Warren Buffet es probablemente el mayor exponente de este género, un verdadero experto a la hora de analizar empresas financieras. Y en un momento como el actual, donde ese sector se encuentra en el epicentro del terremoto, su decisión de adquirir Goldman Sachs merece como mínimo una seria evaluación.
Por Andrés Cardenal
La crisis de proporciones históricas que están atravesando los mercados encuentra a Buffet como uno de los inversores potencialmente mejor posicionados para sacar provecho de la situación. Varios años acumulando cash para futuras adquisiciones, un conocimiento prácticamente inigualable acerca del funcionamiento de bancos y otras empresas relacionadas con el sector financiero y un contexto de absoluta incertidumbre en el cual instituciones centenarias pueden quebrar o desaparecer de la noche a la mañana conforman el mejor de los escenarios para el magnate estadounidense.
En consecuencia, la reciente inversión de 5.000 millones de dólares en el banco de inversión Goldman Sachs (GS) amerita un estudio concienzudo del caso, estudio que por razones de tiempo y espacio aquí abordaremos en forma elemental. Al fin y al cabo, nada mejor que aprender de la historia mientras ésta se produce, y definitivamente estamos presenciando sucesos que quedarán grabados para la posteridad.
Las particularidades del negocio
Una lectura superficial apuntaría a la idea de que Buffet confía en que la crisis financiera y los problemas de los bancos han llegado a su fin y que en función de ese diagnóstico optó por ingresar al sector. Sin embargo, Warren no suele realizar apuestas en función del timing de las variables económicas de corto plazo, por lo que parece haber mucho más para aprender analizando el negocio en particular que leyendo la jugada en función del contexto macroeconómico.
En primer lugar, es necesario comprender que Goldman vale más tras la compra de Buffet que lo que valdría sin su capital. No sólo por los 5.000 millones efectivamente aportados sino también -y fundamentalmente- por la seguridad que brinda ese fondeo en términos de solvencia a corto plazo.
Al destinar un monto tan importante, Buffet se asegura que el GS no necesitará ser vendido a precios de remate ni terminará quebrado, como le sucedió a otros bancos de inversión en Estados Unidos. Semejante cantidad de dinero logra transformar el valor del banco desde su raíz, hecho que no podemos dejar de lado al analizar el negocio.
A cambio del capital aportado, Buffet no obtiene simples acciones ordinarias sino warrants y acciones preferentes que pagan un interés del 10%, una cifra más que interesante en un contexto de tasas extraordinariamente bajas. De esta forma, Buffet se asegura una renta alta sin importar el movimiento de precios de las acciones de Goldman.
Por supuesto, de fondo se observa una clara oportunidad de retornos extraordinarios en caso de que las acciones de Goldman recuperen su valor en el largo plazo.
Se trata, en definitiva, de una nueva jugada del multimillonario inversor, tan novedosa como habitual en él: concretar negocios con excelentes posibilidades de ganancia y un nivel de riesgo controlado en momentos de pánico bursátil y precios sin piso a la vista.
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