La estafa de Stanford, otro fraude global que golpea la imagen de EEUU

La estafa de Stanford, otro fraude global que golpea la imagen de EEUU.

Fuente: Diario La Capital.

Nueva York. — Fraude estratosférico, alta sociedad y Caribe: la espectacular estafa llevada a cabo por el multimillonario texano Robert Allen Stanford tiene todos los ingredientes de un thriller de Hollywood. El caso sacude a un Estados Unidos aún sensibilizado por el "escándalo Madoff", pero su zona de influencia saltó ya del paraíso fiscal caribeño de Antigua a amplias zonas de Latinoamérica, y en Europa suenan ya las primeras alarmas.

Stanford, hasta ahora amigo de figurar en los medios, pareció ser tragado por la tierra durante varios días. El FBI encontró al banquero de 58 años este jueves en la localidad de Fredericksburg, Virginia, unos 80 kilómetros al sur de Washington. Los efectivos lo esperaban en casa de un familiar cuando apareció en su coche con su novia. La demanda civil de las autoridades de supervisión bursátil (SEC) que le entregaron entonces lo acusa de "fraude masivo" con daños por 8.000 millones de dólares.

En su casa. Pero, para gran sorpresa de la opinión pública, el FBI no detuvo al vigoroso magnate de más de 100 kilos de peso: aún no hay base penal, se explicó. La noticia se suma a la irritación que produce en la sociedad el hecho de que Bernard Madoff, responsable de un sistema piramidal que produjo perjuicios cifrados por él mismo en 50.000 millones de dólares (ver aparte), se encuentre en su lujoso departamento de Nueva York en lugar de en la cárcel.

Stanford prometía ganancias de hasta un diez por ciento, inusuales con inversiones que eran al parecer totalmente seguras. "Trabajo duro, visión clara, valor para los clientes", rezaba su lema corporativo. Sin embargo, los controles prometidos no existieron y el dinero pronto terminó en hipotecas de alto riesgo. Y también en el propio Madoff, que estafó a Stanford por unos 400.000 dólares. La SEC admitió haber descuidado durante años el negocio de Madoff. Ahora también parece haber indicios no atendidos que permitían prever lo que estaba ocurriendo con Stanford.

El banquero tejió una rica red que involucró políticos y deportistas entre sus varias sedes en el Caribe y en Texas, patrocinando publicidad, ofreciendo donaciones políticas y, al parecer, lavando dinero del narcotráfico mexicano. La revista estadounidense "Forbes" estimó en 2008 en 2.200 millones de dólares el patrimonio privado de Stanford.

El grupo situó su base de operaciones en Antigua, perteneciente al Commonwealth británico. Su nombre figura en estadios y bancos de toda la isla. Y junto a la estadounidense, el banquero también tiene la nacionalidad de Antigua (que este viernes cerró la casa matriz de Stanford). El amor de los isleños no tardó en extinguirse en cuanto se divulgó la noticia de la estafa. Mientras los investigadores rastreaban en la central del imperio Stanford en Houston, Texas, lo ahorristas de Antigua se lanzaron al banco a pedir que les devolvieran su dinero. La unión de bancos local advirtió del riesgo que sufría todo el sistema financiero del pequeño país.

Efecto dominó. La imagen se repitió en diversos países latinoamericanos con filiales del Stanford Financial Group: Venezuela asumió el control del banco, México inició investigaciones y en Ecuador y Perú los bancos aliados con Stanford tuvieron que restringir su negocio o suspenderlo por completo. Las largas colas frente a las sedes se expandieron por toda la región.

El grupo estaba activo en 130 países y gestionaba 50.000 millones de dólares, lo que permite esperar que la influencia del fraude se expanda aun más. Reino Unido ya estudia las implicaciones de la estafa en Europa, y el ex presidente suizo Adolf Ogi renunció al consejo consultivo del imperio Stanford.

Después de Madoff, el fraude de Stanford representa el segundo duro golpe de confianza en los mercados estadounidenses en un corto plazo. El premio Nobel de Economía Paul Krugman quiso ver en las víctimas de las estafas una metáfora del destino colectivo del país con la crisis financiera: "Un día descubrieron, para su horror, que su presunto patrimonio no era más que un invento en la cabeza de otro", escribió en una columna.

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